20.4.10










































Aquella noche decidimos recorrernos la isla volando.
- No vallas tan rápido. - Me dijo gritando a unos 50 metros de distancia.
Yo levitaba lejos, incitándole a venir corriendo tras de mi, y así lo hizo.
Rozábamos todas y cada una de las ramas de cada árbol que se cruzaba en nuestro acelerado camino.
La luna. Allí estaba ella, obligándonos a no querer aterrizar, a no volver a rozar el suelo con los pies.
No llevábamos zapatos ninguno de los dos. Habíamos pasado la noche juntos y para qué utilizarlos si la próxima textura que sentirían nuestros congelados talones sería la de las sábanas de su cama.
Aquella cama...
Tumbamos nuestros cuerpos, acelerados por el viento a medio metro sobre el mar.
Sentí mi cabeza trasladarse a otro mundo.
Lejos de aquel cuerpo que levitaba, erizado y nervioso, temeroso de caer.
Ví mis ojos reflejados en el agua a una velocidad tan rápida que a penas podía tomar conciencia de ello.
Y en lo alto de un mirador, paramos a sentarnos en el aire, a contar estrellas.


1 comentario:

mcclove dijo...

Gé!!
Ya me he hecho un blog :D (al fín...)
http://owlsrainand23.blogspot.com


El cine, el amor. La tierra, las flores, el color verde, la magia. El contratiempo, el desorden. El caos. Las cortinas, el humo, atardeceres, las retinas brillantes. Astro, el sol. La lluvia, pasar frío. Caramelos, momentos. Los vuelos, las caídas, los cuadernos... La imaginación