20.9.10

Águila..

Bonito cielo, le dije al día.
Los pies descalzos sobre el sueño me resultaba lo más placentero que había rozado en mucho tiempo, ni siquiera la sequedad de mi garganta podía parar aquel frenético instante.
Parar un instante…
Quien quisiera mi cabeza para hacerlo eternamente. Quien quisiera mi envoltorio, para palpar este placer. Quien quisiera mi corazón, para sentir tanto al mundo.
Mi sentir era distinto, como el de un pájaro por su dueño, tan arriesgado y precioso, que ni siquiera las nubes, que todo lo ven, podrían entenderlo.
Me desgarraría el alma, este frágil y cálido alma de águila.
En otra vida un águila yo era. Solo una energía tan embriagada de libertad podría sentirse como me siento.
Solo un enorme y majestuoso águila. Solo alguien que no vá con la corriente.
¿Quién era yo?...¿qué me pasaba a mí?
Qué hace que un águila, con toda eterna libertad…se sienta tan alejado del suelo. Tan atado a sus alas, tan lleno de… 




















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