Invencibles.
Cuantas veces hubiera deseado escuchar esa palabra, pero me supo mejor cuando el susurro tras la espalda sonó como una bocanada de aire fresco. Invencibles.
Nada podía hacernos daño... ni siquiera todo aquel mundo cayendo tras nuestras espaldas.
Yo nunca he querido formar parte, así que no sentí pena alguna.
Sinceramente, me sentía envejecida. Como si todo lo que pasa ante mis ojos fuera una constante repetición.
Las mismas palabras en bocas distintas. Los mismos tonos de voz. La misma ropa. Los mismos cabellos.
Las mismas ideas.
Repetición tras repetición.
El mundo es demasiado grande, demasiado intenso. Demasiado...amplio.
¿O...era?
Tantos años de evolución, para carecer de la mayor capacidad para sobrevivir.
Aprovecharlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario